EUROPA
PRESS
29
noviembre 2022
Cómo mantener a salvo tu cabello de las
amenazas propias del invierno
Redacción
Los expertos de Hospital Capilar han
advertido de que el frío, los cambios constantes de temperatura, la humedad, la
lluvia o el viento constituyen "agentes agresivos" que afectan al
cabello durante el invierno.
"Por ello, esta estación favorece la caída del cabello
y empeora su aspecto al afectar a la humedad del mismo y alterar la cutícula,
es decir, su capa más externa; dando como resultado un pelo más seco y
encrespado", explica Raquel Amaro, de la clínica Hospital Capilar.
Así, el frío propio de estos meses del año es el responsable
directo de que se produzca una menor dilatación de los vasos sanguíneos del
cuero cabelludo, dando lugar a que la vascularización
en esta zona se encuentre más limitada. Esto, a su vez, da lugar a que lleguen
menos nutrientes al cabello y que las glándulas sebáceas trabajen menos, lo que
se traduce en un cuero cabelludo con mayor probabilidad de descamación, así
como un pelo más deshidratado y quebradizo y con mayor tendencia a la caída;
además de tratarse de un factor que también suele agravar patologías como la
dermatitis o la psoriasis.
Por su parte, la calefacción utilizada durante esta
temporada produce un efecto similar al frío y se proclama como otro de los
agentes más agresivos para la estructura capilar, volviéndola más porosa y
áspera por el contraste de calor, además de provocar que el pelo se encuentre
menos nutrido. "En este caso, se incrementa la porosidad del cabello al
existir una mayor sequedad en el ambiente, lo cual agrava la deshidratación, a
la vez que disminuye su elasticidad y lo vuelve más frágil y quebradizo.
A esto se le suma la mayor utilización de gorros y sombreros
durante esta estación, ya que su uso continuado puede incrementar la
sudoración, dando lugar a un apelmazamiento en las raíces y sequedad en las
puntas, que quedan desprotegidas, además de conllevar cosméticamente
un cabello más encrespado y con más electricidad estática", detalla la
doctora Amaro.
Además, factores como el viento también aumentan la
fragilidad y alteran el buen estado del cabello, abriendo la cutícula y
resecándolo en exceso al arrastrar polvos microscópicos que lo ensucian y
electrizan, mientras que, por otro lado, la radiación ultravioleta que se
refleja en la nieve se postula como otro agente nocivo para el cuero cabelludo,
al crearse un efecto pantalla que potencia la acción de los rayos solares,
llegando a provocar, incluso, un mayor riesgo de quemaduras con más gravedad
que las de la playa. Por ello, en estos casos, se recomienda evitar largas
exposiciones al sol en la nieve o llevar un gorro o capucha de protección que
impida el contacto directo con este agente, así como el uso de protectores
específicos y acondicionadores sin aclarado.
En cuanto a la caída del cabello que se da durante estos
meses, la especialista de Hospital Capilar resalta que en esta época, se da una
caída de pelo reaccional, conocida como efluvio telógeno, que puede definirse como una pérdida de pelo
superior a la media de más de 80-100 al día. La clave es que es autolimitada en
el tiempo y reversible, a no ser que se tenga una alopecia androgénica
asociada. En cualquier caso, en aquellos casos que se prolonguen más de 3 o 4
meses, se recomienda consultar a un especialista para determinar si la caída es
patológica o fisiológica.
El principal problema al que se enfrenta el pelo durante la
temporada invernal es la sequedad. Por ello, se aconseja seguir un protocolo de
cuidado capilar específico acorde a esta época del año, empleando champús, acondicionadores y mascarillas nutritivas con
ingredientes hidratantes, suavizantes reestructurantes
y humectantes que hagan frente a la falta de hidratación. "Asimismo, en esta rutina se debe
incluir el uso de sérums ricos en aceites,
aplicándolos siempre desde la mitad del tallo hasta las puntas, respetando el
cuero cabelludo", puntualiza la doctora Amaro.
Por otro lado, cabe recalcar que la utilización excesiva de
secadores y planchas, que suele excederse en esta estación, daña la raíz del
pelo y hace que éste tenga más tendencia a romperse, por lo que es recomendable
aplicar un protector térmico en formato spray o espuma antes de su uso para
reducir los efectos del calor sobre la cutícula.
Por último, la alimentación será otro factor determinante a
la hora de asegurar una buena salud capilar en esta época, debiendo incluir en
la misma antioxidantes como las vitaminas E y F, presentes en el aceite de
girasol o los frutos secos; el zinc, que se encuentra en legumbres o carnes
rojas; o minerales como el hierro, dentro de alimentos como las espinacas o las
alcachofas. Tampoco deben faltar las vitaminas B5 y B6, que forman parte de la
composición de cereales integrales, lácteos, huevos o verduras, la vitamina C,
que se encuentra en frutas cítricas, o los ácidos grasos Omega 3 y Omega 6
propios del aguacate o pescados azules.
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